Científicos reclaman una educación ética en la ingeniería informática
Los ingenieros informáticos necesitan una educación ética sólida que integre los principios morales y el respeto a la dignidad humana con la experiencia real de su profesión. Ésta es una de las conclusiones de un estudio realizado por investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid, en el que han analizado las distintas corrientes éticas aplicables a los informáticos y las consecuencias del desarrollo de su profesión.
Aunque parezcan disciplinas completamente extrañas entre sí, “la ética y la informática son dos campos de investigación que no están reñidos; todo lo contrario, la ética corta transversalmente todos los aspectos de nuestra vida, entre ellos la informática”, explican los autores del estudio, Gonzalo Génova y Anabel Fraga, del departamento de Informática de la Universidad Carlos III de Madrid. Además, según su investigación, la ética no limita a la propia libertad, sino que “es el modo en que nos hacemos dueños de nosotros mismo y logramos un crecimiento personal”, apunta M. Rosario González, de la Universidad Complutense de Madrid, coautora del estudio.
Falta de ética
Los ingenieros civiles constituyen un grupo de profesionales que sin duda alguna se forman para responder a las necesidades del país.
Las obras civiles que planifican, diseñan, construyen, inspeccionan, operan y mantienen, se conciben para
atender los requerimientos de los ciudadanos en materia de vivienda, transporte, educación, salud, deporte, cultura y en todo lo que se refiere a crear una infraestructura de red de servicios públicos destinados a mejorar la calidad de vida de los habitantes de la nación.
atender los requerimientos de los ciudadanos en materia de vivienda, transporte, educación, salud, deporte, cultura y en todo lo que se refiere a crear una infraestructura de red de servicios públicos destinados a mejorar la calidad de vida de los habitantes de la nación.
En los últimos tiempos, las buenas prácticas de la ingeniería han dado al traste; contra natura se comienza la construcción de obras por decisiones súbitas y caprichosas; en tanto se desarrolla el proyecto, para luego hacer el estudio de factibilidad o demanda que justifique la muy probable atrocidad ejecutada.
Vivimos tiempos tristes, cuando con el cuento “del bozal de arepa” se termina refrendando una obra civil inconclusa o de dudosa calidad con la firma de un profesional de la ingeniería, pues se desatienden los estándares de aseguramiento de control y calidad, las normativas técnicas vigentes nacionales e internacionales, y hasta el sentido común.
Vale recordar que la vida da muchas vueltas y los tiempos cambian, así que cuando a este país retorne la cordura y la honestidad, cuando caigan en cuenta que el bozal de arepa no es más que falta de ética y cuando la ética vuelva a ser un valor entre los ciudadanos, comenzarán a aflorar las fallas operacionales o estructurales de las mal llamadas “obras”, y puesto que las responsabilidades no se delegan, quienes incurrieron en la indolencia de sucumbir ante la presión de los poderosos y poner en riesgo el futuro de nuestros hijos tendrán que rendir cuentas y dar la cara por las cosas mal hechas.
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